viernes, 11 de abril de 2014

Sentir con las "tripas": nuestro segundo cerebro


¿Sabías que en nuestro sistema digestivo se produce el 95% de la serotonina y el 50% de la dopamina de todo el cuerpo?
La explicación está en la existencia de un sistema nervioso entérico ó cerebro digestivo que funciona de forma independiente al sistema nervioso central.
Este sistema contiene neurotransmisores de la misma naturaleza que los que se producen en el cerebro craneal y se encarga de controlar al sistema gastrointestinal.

Sabemos que la serotonina es una hormona que interviene en el control del movimiento gástrico e intestinal, en el proceso químico de la digestión de los alimentos, de la regulación del apetito, del deseo sexual, del biorritmo - ciclo de sueño y vigilia - de las emociones y de la temperatura corporal.
Un nivel alto de esta hormona produce bienestar, de ahí el sobrenombre de "hormona del bienestar", y tener niveles bajos puede influir en patologías como la fibromialgia, la depresión ó la ansiedad.

Y la dopamina es la "hormona del placer", que estimula la repetición de experiencias placenteras como la comida, el sexo ó las drogas, además de intervenir en el aprendizaje, la agresividad y el sometimiento.
Un déficit de esta hormona puede estar asociado al TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad), esquizofrenia, autismo, parkinson y problemas de coordinación motora y un exceso puede provocar taquicardia.

Si la producción masiva de estas hormonas ocurre en el sistema digestivo, esto nos hace pensar en la importancia del "segundo cerebro" en cuestiones de pensamientos, emociones y sentimientos y que anomalías de la conducta, cambios de ánimo y estados emocionales alterados están relacionados con nuestra salud intestinal.

Estudios llevados a cabo en la Universidad de Toronto con un grupo de personas afectadas de fatiga crónica así lo demuestran.
A la mitad de ellos se les administró un placebo y a la otra mitad un producto probiótico durante dos meses.
El resultado fue un descenso de los niveles de ansiedad y depresión en el grupo que ingirió el probiótico. 

Es por tanto fundamental que exista un equilibrio entre el sistema digestivo y la flora intestinal para garantizarnos una salud mental y emocional adecuada.
Y lo que es más evidente: somos lo que bebemos y comemos.

Cuidemos la alimentación por una "buena" salud psicoemocional.

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